Crónicas de Ruta

Subida Miramundos 13-3-2016

El domingo pasado volvimos a Mágina.-¿Otra vez?- Te preguntarás. Pues el motivo es bien sencillo: Un paisaje invernal de alta montaña a poco más de una hora de la puerta de mi casa.

Nuestro "Pequeño Himalaya". Una tierra mágica y majestuosa, donde muchos sueños se hacen realidad y el paisaje puede llegar a ser realmente sorprendente; ya sea con nieve, sin nieve, con cielo despejado, con espesa niebla, con cuarenta grados de temperatura o a cinco grados bajo cero.

¿Porqué un lugar tan desolado, con una tierra casi yerma, nos llama tanto la atención?   Ahí radica el misterio, la fuerza de la Naturaleza.

Quizá seamos sólo unos pocos, o tal vez muchos, no obstante la sensación de libertad, placidez y euforia que experimentamos al caminar por ella, nos convierte en seres tremendamente privilegiados.

"Dejadme vivir donde quiera; aquí está la ciudad, allá la Naturaleza; cada vez abandono más la primera para retirarme al estado salvaje".

Con el paso de los años, la experiencia me ha revelado que en la vida, las cosas verdaderamente valiosas no cuestan dinero. ¿Quién puede comprar un paseo por la Naturaleza?, ¿una puesta de Sol?, ¿un amanecer?...

No existe música más preciada para mis oídos que el canto ligero de un gorrión, el zumbido de un pequeño insecto, el discurrir del agua de un arroyo..., el silencio.  El silencio de la Naturaleza al caer la tarde. Ese momento en el que, a veces, nos despojamos de todo lo negativo y brota de nuestro interior esa energía primitiva que revitaliza nuestra mente, nos infunde valor e impregna todo cuanto nos rodea.

A veces, caminando por los campos, me pregunto: si un aventurero que ha estado en Nepal y muy cerca de algunas de las cimas más altas del Planeta, le fascina este "discreto" macizo montañoso; no es casualidad. Si todos los años llegan gentes de todos los rincones de Andalucía para caminar y perderse por esta maravillosa Sierra; tampoco es casualidad.

 

¡Sierra Mágina es mágica! Es una forma de vida; un espacio singular, silencioso, salvaje, primitivo...Un "lujo" a nuestro alcance y un mundo maravilloso, donde nadie es más que nadie y cada cual es protagonista en una obra muy singular.  Una digna y hermosa obra llamada...NATURALEZA.

                                                      Hacia Rutas Salvajes!!

                                                                    

Subida Pico Mágina II 27-12-2015

Era aún noche cerrada cuando salimos de casa bien pertrechados con ropa de abrigo pues, aunque no hacía excesivo frío, sabíamos que en la montaña las condiciones climatológicas podían ser imprevisibles.

Marcaba el reloj poco más de las siete cuando subimos al coche, rumbo a nuestro destino. Una hora y media de viaje por carretera y estábamos justo en el corazón de la zona Sur de esta mágica cadena montañosa.

 

En el horizonte, un tímido sol despertaba entre una mullida cama de nubes negras. La luz empezó a hacer su aparición y todo cobró vida. Un luminoso día se abrió ante nosotros.

Sin pensarlo dos veces, comenzamos el ascenso, siempre y en todo momento flanqueados por un espectacular "mar de nubes". Conforme íbamos avanzando hacia cotas más altas, en la lejanía, podíamos distinguir numerosos parajes muy conocidos: por el Este, Sierra Nevada; por el Oeste, la Sierra de Cazorla, y un poco más a la izquierda, las lejanas crestas de la Sierra de Segura.

 

Dos horas fueron necesarias para poder tocar el codiciado vértice geodésico y hacernos unas fotografías en el punto más alto de la provincia de Jaén.

Todo a nuestro alrededor resultaba prodigioso: el luminoso cielo despejado, el "mar de nubes", las brumas lejanas, las impresionantes vistas...¡El esfuerzo había merecido la pena!

En aquel preciso momento vinieron a mi mente las palabras del gran filósofo y escritor norteamericano, Henry David Thoreau: "Hay momentos en los que toda la ansiedad y el esfuerzo acumulados se sosiegan en la infinita indolencia y reposo de la Naturaleza".

Después, un ligero tentempié para recobrar fuerzas y camino de retorno. Incluso un pequeño despiste no nos impidió disfrutar del último tramo de esta maravillosa ruta.

 

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Una mañana perfecta en compañía de mi hijo y la magia de la Naturaleza como protagonista.

Toda una experiencia y una nueva aventura para recordar cuando nos adentremos, la próxima vez,...Hacia Rutas Salvajes!!

 

 

Desierto de Gorafe 30-5-2015

Pasaban diez minutos de las nueve de una espléndida mañana cuando, después de dos largas horas de viaje, llegamos a Gorafe, un pequeño pueblecito de la provincia de Granada enclavado a los pies de una impresionante muralla natural de roca caliza; situado en una amplia depresión, un valle por el que discurre, discreto, el río Gor.

Después de una trepidante subida nos encaramamos justo en la cima de aquella muralla. Aparcamos el coche en las inmediaciones de las casas-cueva de Torriblanco, un sitio denominado los "LLanos de Cocón", un inmenso altiplano desde donde pudimos contemplar las últimas nieves de Sierra Nevada, en la cara Norte de dos de sus picos más emblemáticos, el Veleta y el Mulhacén.
Con un Sol que brillaba ya con fuerza en el horizonte, cogimos nuestras mochilas, bien repletas de agua, y demás enseres y partimos hacia nuestro destino, dirección Norte.
Un extenso campo de almendros fue testigo de nuestros primeros pasos. Un entorno en nada parecido a lo que nos encontraríamos posteriormente.

No podía creer que estuviera allí, después de tantos meses planeando minuciosamente cada metro, memorizando cada coordenada, cada detalle de tan ansiada ruta. Y no me cabe duda que mi fijación casi obsesiva por el desierto fue el principal motivo por el que nos encontrábamos allí en aquel preciso momento.

Marcaba el reloj algo más de las once cuando, cansados de avanzar buscando un sitio adecuado para comer algo, decidimos parar al lado de un destartalado acebuche no mucho más alto que nosotros. Nos acurrucamos y en cuclillas dimos cuenta de un ligero pero reconfortante desayuno en la escasa sombra que nos proporcionó aquel ridículo arbolillo.
Seguimos camino y conforme íbamos bajando, la brisa, que nos había acompañado hasta ese momento, cesó y empezó a subir generosamente la temperatura.
Justo al pasar por delante de una antigua casa cueva excavada en una pequeña ladera, divisamos, a lo lejos, uno de los puntos clave de la excursión: los badlands de "los Coloraos".
Surgió ante nosotros un paisaje que nos dejó completamente ensimismados. Unas espectaculares formaciones rocosas de tonos rojizos presidían un enorme valle, un amplio cañón popularmente conocido como "Barranco del Caballo". Un verdadero espectáculo visual y un paisaje de ficción, impropio de la zona donde nos encontrábamos.
Después de una nutrida sesión fotográfica abrimos nuestras mochilas y volvimos a hidratarnos con un agua templada que ya no nos saciaba la sed.
El calor se hizo verdaderamente insoportable cuando el sendero se tornó dirección Sur y empezamos a descender hacia el punto más bajo de todo el recorrido, la "Rambla de los Anchurones".
Seguimos la pista dirección Sur-Oeste escoltados por enormes paredones y formaciones rocosas impresionantes. Dicha pista fue alejándose de la Rambla y comenzó a descender en un curioso zigzagueo donde pudimos apreciar unas formaciones geológicas bastante llamativas, unos tubos naturales erosionados en la roca y que en el argot denominan "pippings".

Debido a la inexistencia de sombras en todo el recorrido parábamos constantemente para beber agua y coger resuello, castigados siempre y en todo momento por un Sol de justicia.

Con las fuerzas ya muy mermadas continuamos el ascenso por la pista cuando a nuestra izquierda surgió un estrecho y vertiginoso sendero que según nuestras indicaciones acababa en el vértice geodésico de la "Loma de los Pinos". Por supuesto, lo descartamos debido a mis problemas de vértigos y principalmente por el cansancio acumulado.
Un poco más arriba surgió ante nosotros otro de los platos fuertes del día: la "Rambla del Pollo", un profundo barranco que discurre entre enormes paredones y grandes formaciones de color rosáceo.
Había prometido no hacer más paradas pero ante tal panorámica no pude menos que hacer unas fotos del lugar, con el pantano del Negratín y el Jabalcón al fondo. Sucumbieron también a mi objetivo Sierra Mágina, el Parque Natural de la Sierra de Cazorla, Segura y las Villas y la Sierra de Baza.

Poniendo a prueba mis articulaciones que se negaban a seguir doblegándose, pude ponerme a la altura de mi compañero y buen amigo Loren, que en todo momento, y pese al precario estado de su espalda, fue marcando el ritmo y dándome ánimos cuando parecía que las fuerzas me abandonaban.
Un par de kilómetros más y llegamos a los "Llanos de Cocón". Otros dos kilómetros y alcanzamos el coche, aparcado en el punto de inicio de la ruta.
Sin aliento, con la boca seca, exausto y mareado pude abrir la nevera y dar un largo trago a la botella de agua que, en esta ocasión, sí que pude saciar mi sed.

Mi esperado primer contacto con el desierto fue una experiencia inolvidable. Casi cuarenta kilómetros y seis horas por un inhóspito paraje, un lugar de extrema belleza donde ningún ser vivo prospera pero donde la vida late con más fuerza y se aprecia de una manera especial en los detalles más insignificantes: el vuelo de una mosca, una nube en el horizonte, una ligera brisa... Un sitio amable y al mismo tiempo peligroso y salvaje, donde el más mínimo despiste puede costarte bien caro.

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El amor por la Naturaleza, la ilusión y el afán de superación física nos llevó una vez más por los senderos más recónditos de la Tierra.
Siempre, con paso firme...Hacia Rutas Salvajes!!

Peña Jaén (por el corredor) 5-10-2014

Después de un largo verano de poca actividad, la verdad es que teníamos ganas de volver a las "andadas" y decidimos inaugurar la temporada con algo especial (y vaya si lo fue). No tuvimos que darle muchas vueltas a la cabeza, solo fue cuestión de buscar en la mochila el plano de la última ruta programada y que, por circunstancias, no llegamos a hacer. La ruta en cuestión: Peña Jaén por el corredor o también denominado "canuto", en Sierra Mágina; uno de los picos de más de dosmil metros más emblemáticos de la Provincia.
A las ocho y media de una luminosa y fresca mañana de domingo hicimos la primera foto oficial al pie de esta impresionante formación rocosa.
Loren, Felipe y yo, mirábamos boquiabiertos hacia arriba.
_¡No será eso de ahí el canuto!_ Preguntaron.   _Me temo que sí_ Fue mi respuesta.
Ya habíamos estado en esa zona en tres ocasiones pero hasta ese momento no nos habíamos dado cuenta con detalle de aquella enorme grieta que surca la montaña de arriba a abajo.
Analizamos la situación y llegamos a la conclusión de que si habíamos ido allí para subir, lo intentaríamos. Acordamos que siempre tendríamos la opción de dar marcha atrás y subir por la "ruta de los neveros", bastante más asequible.

Trás ubicarnos en el mapa nos dirigimos hacia un enorme tejo, situado justo al pie de la enorme Peña. Unos metros más a la derecha y nos adentramos en el inicio del corredor: un enorme canalón natural formado por miles de piedras sueltas, resultado de soportar, durante siglos, copiosas nevadas, así como cambios de temperatura extremos.
Comenzamos el ascenso por la pedriza, lo cual no fue nada fácil pues pisábamos terreno suelto y pedregoso sobre un desnivel cada vez más pronunciado.
Hicimos un alto en el camino y volvimos a analizar la situación. Quedamos en avanzar unos cuantos metros más y siempre valorando la opción de dar la vuelta y subir por el otro lado. Aunque yo creo que los tres sabíamos que dar la vuelta era ya casi inviable.
Seguimos el ascenso trepando por unas enormes rocas que sobresalían en mitad del corredor y que en ciertos momentos nos facilitaron el avance.
Media hora más tarde llegamos a un punto con un desnivel casi imposible, la pedriza volvió a aparecer y las condiciones del terreno hacían muy peligroso avanzar por ese lado. Decidimos seguir, gateando por una gran formación de rocas que surgió a nuestra izquierda.

Lo que en principio nos habíamos imaginado como una ruta un tanto complicada, se había convertido en una escalada técnica en toda regla.

En unos minutos Loren había llegado a lo que parecía el punto más alto de esta parte por la que ascendíamos. Cuando llegamos a su altura no tuvimos que preguntar porqué había parado. De repente surgió ante nosotros un precipicio de cientos de metros de caída libre.
La situación en la que nos encontrábamos en aquellos momentos no era nada alagüeña. No podíamos seguir adelante y enseguida descartamos volver por donde habíamos subido pues era una pared casi vertical en la cual ninguno de los tres estábamos dispuestos a colgarnos de nuevo.

Hasta ese momento había llevado bien mis problemas de inestabilidad y vértigos, ya que procuraba mirar hacia abajo lo menos posible e intentaba tener las manos, siempre que me era posible, bien aferradas al terreno; pero aquella situación me desbordó y la angustia no tardó en aparecer.
No podía creer como habíamos podido llegar a aquella situación límite, aquel callejón sin salida.

Allí estábamos, los tres, encaramados a un picacho rocoso, a miles de metros sobre el suelo firme, con los pies apoyados en un afilado vértice y sin posibilidad de movimiento.
Aferrados a aquella roca pudimos, a duras penas, asomarnos a la cara noroeste y localizar otra zona rocosa, a simple vista, bastante inestable; una especie de pasadizo que unía la parte donde nos encontrábamos con la ruta principal. ¡No existía otra salida, habría que jugárselo todo a una carta!
Mis compañeros, en todo momento más seguros de sí mismos, tomaron la iniciativa. Yo, atenazado por un terrible vértigo, los seguía muy de cerca. En aquel pasadizo un solo paso en falso hubiera resultado letal. Los tres lo sabíamos y quizás por ese motivo extremamos las precauciones al máximo, medimos cada paso, cada movimiento, cada piedra suelta; cualquier grieta en la roca significaba un asidero vital.
Después de lo que se me antojó una eternidad llegamos a lo que parecía la vía principal. El mal trago pasado me hizo reflexionar y ver las cosas de otra manera. En esta ocasión tomé yo la iniciativa y con una recién adquirida vitalidad me asié a una cuerda, que algún buen montañero colocó allí a modo de pasamanos, y unos metros más arriba me encaramé en un pintoresco lugar entre dos rocas planas, un pequeño desfiladero de dimensiones mínimas, en el que una persona con algo de sobrepeso podría llegar a pasarlo realmente mal.
Encajado entre aquellas rocas pude hacer unas estupendas instantáneas de mis compañeros trepando por aquella cuerda.
Cuando salimos de aquel "canuto" el terreno se suavizó, el camino se hizo más llevadero y pudimos liberar parte de la tensión acumulada durante más de una hora.
Diez minutos más de ascenso y un espléndido sol nos saludó desde la cima. Allí estaba la popular cruz que hace décadas colocaron, a modo de vértice geodésico, el Club de Montaña Jaén. A dosmil ciento cuarenta y siete metros de altitud, con Pico Mágina, el techo de Jaén, a muy poca distancia.

Nunca había ansiado tanto como en esa ocasión llegar al destino previsto. Así pues, cámara en mano, hicimos las fotos de rigor, no sin antes haber disfrutado de aquel paisaje verdaderamente espectacular.
Poco más de una hora nos llevó cubrir la "ruta de los neveros", también por la cara norte, que nos devolvió al punto de partida sanos y salvos.

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Subidos en el coche de vuelta a casa, saco del bolsillo el plano que había fotocopiado el día anterior y al final del texto, en un apartado que antes me había pasado desapercibido, leo: "Ruta de dificultad Muy Alta. Recomendable realizar en invierno y cuando el estado de la nieve lo permita. SOLO APTA PARA EXPERTOS MONTAÑEROS".

                                                                     Hacia Rutas Salvajes!!
                                                                 
                       

Poyos de Mesa + Cerrada del Utrero 6-4-2014

   El domingo pasado realizamos, sin duda, dos de las rutas más populares de todo el Parque Natural de la Sierra de Cazorla, Segura y las Villas. Dos rutas muy distintas pero con una singularidad común, el bellísimo entorno por el que discurren.

   Eran las nueve de la mañana de un magnífico día primaveral cuando, después de haber dejado el coche a tan sólo veinte metros del conocido Puente de las Herrerías, iniciamos la marcha con nuestras mochilas bien cargadas, pues teníamos por delante casi veinte kilómetros de fuertes pendientes en un terreno, para nosotros, desconocido. De hecho,como en tan sólo cuatro kilómetros hay que salvar un desnivel de más de ochocientos metros , el comienzo de la ruta es verdaderamente difícil.
 
   No llevábamos ni una hora ascendiendo cuando el impresionante mazacote de Poyos de la Mesa surgió a nuestra derecha y ya no nos abandonaría en casi todo el recorrido.
   Con estas sugerentes vistas, más la gran cantidad de agua que manaba por doquier en forma de arroyuelos, pequeñas cascadas y numerosos charcos, el camino resultó más llevadero. Aún así, en ocasiones y debido a las numerosas pistas y veredas que iban surgiendo a nuestro paso, para poder orientarnos, tuvimos que recurrir a un dispositivo GPS del que disponíamos e incluso, en algunos momentos, nos vimos obligados a remontar "campo a traves" por zonas verdaderamente extremas.

   Después de más de dos horas de ascenso sin tregua, alcanzamos la cota más alta de todo el recorrido. Con las piernas doloridas y las fuerzas muy mermadas  por el esfuerzo, paramos a desayunar en un bonito lugar de espléndidas vistas.
   Tras haber recuperado energías, consultamos el mapa, contrastamos coordenadas y continuamos camino, pues teníamos todavía por delante más de cuatro kilómetros para llegar a nuestro objetivo.
   Casi dos horas más y allí estábamos, asomados a ese espectacular balcón natural que es Poyos de la Mesa, una inmensa planicie a más de mil seiscientos metros de altitud, donde las vistas son realmente inmejorables.
   Cámara en mano, foto oficial y sin más preámbulos, camino de regreso.

   Si la subida fué dura, el descenso no lo fué menos. Una extrema bajada que nos rompió las piernas y nos dejó exaustos y sin aliento.
   Tras abandonar una amplia pista forestal, nos adentramos en un sendero siguiendo el curso de un arroyo, llamado de los Habares. Caminamos entre un espeso bosque de pino joven que nos llevó a cotas más bajas y donde al poco tiempo estuvimos al margen de un caudaloso río Guadalquivir. Sólo tuvimos que seguir el cauce y en cuestión de quince minutos estábamos disfrutando de una agradable merienda justo en el punto de inicio, el Puente de las Herrerías.

   Puesto que no quiero extenderme mucho más, de la ruta que hicimos a continuación sólo haré una breve descripción del lugar.
   La Cerrada del Utrero es una de las joyas paisajísticas del Parque Natural. Un verdadero festival de la Naturaleza, presidido, casi en todo su recorrido, por una indómita cascada donde el arroyo de Linarejos se precipita en un salto vertiginoso popularmente conocido como "Cola de Caballo".
   Enormes paredones de piedra caliza flanquean en todo momento el corto sendero que, en ocasiones, se torna un tanto dificultoso.
   Una miniruta en un entorno fabuloso que, debido a su fácil acceso, se ve eclipsada por la numerosa afluencia humana que abarrota este precioso paraje continuamente.
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   Otro día más de esfuerzo y superación en uno de los más bellos parajes de la Península. Una experiencia positiva en la que la madre Naturaleza, una vez más, nos mostró su cara más amable.
   Nos vemos en la próxima...Hacia Rutas Salvajes!!

Barranco de la Osera 9-3-2014

No podíamos haber escogido una época del año más adecuada para llevar acabo esta maravillosa ruta.
      Después de un invierno de prolongadas lluvias y en el albor de una incipiente y cálida primavera decidimos, en esta ocasión, dirigirnos a un paraje poco conocido dentro del Parque Natural de Cazorla, pero no por este motivo menos sorprendente: el Embalse de Aguascebas en la Sierra de las Villas. La ruta en cuestión: el"Barranco de la Osera".

       Como viene siendo habitual últimamente, el cálculo en los tiempos de desplazamiento no coincidió con el que teníamos estipulado y nada más llegar al punto de inicio llevábamos ya un retraso de más de media hora.

       Después de unos momentos de confusión y tras habernos ubicado en el sitio correcto, iniciamos nuestro recorrido a eso de las nueve de la mañana.
Llevábamos unos minutos caminando cuando, al pasar junto a unos enormes socavones excavados en la piedra (antiguas canteras de las que supuestamente se extrajo el material para construir la presa) empezamos a oir cada vez con más intensidad un gran estruendo. Nada más volver el sendero dirección Oeste, a nuestra derecha, apareció un vistoso mirador natural desde el que pudimos ver el embalse y donde en uno de sus extremos surge un rugiente e inmenso chorro de agua, popularmente conocido como "Cascada del Aliviadero".
      Continuamos nuestro camino por un sendero que, después de una leve subida, gira bruscamente a la izquierda para, a continuación, desplomarse en un descenso de vértigo.
     Llegados a este punto y antes de afrontar la bajada el panorama no podía ser más sorprendente. Se abrió ante nosotros un espectacular vallejón excavado entre enormes paredones de piedra caliza que se elevan hacia el cielo formando un inmenso cañón, un anfiteatro natural presidido por un intenso bosque de enormes pinos por donde discurre, en la parte más baja, un indómito y caudaloso río de aguas bravas.
El descenso resultó bastante duro a pesar de que a lo largo del recorrido contamos con unas empalizadas de troncos de madera, dispuestos a modo de baranda o pasamanos que nos facilitaron en cierto modo dicha labor.

      Habíamos salvado ya un desnivel bastante importante cuando llegamos a una pequeña explanada donde el sendero se dividía en dos trayectos completamente opuestos. Nada más coger el de la derecha se dejó ver la gran protagonista de la jornada, la impresionante "Cascada de la Osera", un espectacular salto de agua donde el río Aguascebas Chico se precipita en una caída de nada menos que ciento treinta metros de altura.
Esta cascada está considerada como la más grande de Andalucía y una de las primeras de España.
     Después de la inevitable "foto oficial" seguimos nuestro discurrir por este vigoroso río en el que abundan toda clase de plantas y especies vegetales ribereñas, algunas de ellas endémicas, como la coscoja o carrasquilla, el laurel silvestre, el durillo, la mejorana o el lentisco.

      Estábamos en la cota más baja del recorrido y la humedad se palpaba en el ambiente. Avanzábamos con dificultad por aquella umbría entre zarzas y enredaderas cuando Paco,nuestro compañero, hizo gala de su equilibrio y agilidad encaramándose, en dos ocasiones, en sendos peñones en mitad del cauce, donde pudo hacer unas fotografías verdaderamente insólitas.
Habían transcurrido casi dos horas desde que partimos de los coches cuando cruzamos un bonito puente de madera que nos condujo a otra empalizada, donde tuvimos que extremar precauciones, pues teníamos ante nosotros un desnivel verdaderamente escalofriante.
      Una vez arriba llegamos a la explanada por la que habíamos pasado anteriormente y donde se dividía el sendero. Totalmente exaustos decidimos parar y reponer fuerzas pues todavía nos quedaba por cubrir un tramo bastante complicado.

       Cuando llegamos a los coches en el punto de partida las previsiones de tiempo que teníamos calculadas, como he dicho anteriormente, fallaron; y una ruta opcional que teníamos pensado hacer a continuación se convirtió en un corto aunque bonito paseo por el muro del embalse.
Nos quedó pendiente la "Circular del Aguascebas" pero, sin lugar a dudas, mereció la pena desplazarse hasta allí para disfrutar de esa zona tan hermosa y desconocida del Parque Natural.

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   Toda una experiencia, donde una vez más la Naturaleza nos sorprendió transmitiéndonos buenas sensaciones y dejándonos cuerpo y mente predispuestos para, en la próxima salida, adentrarnos...Hacia Rutas Salvajes!!

El Hoyo de Mestanza 9-11-2013

"Las tierras pertenecen a sus dueños, pero el paisaje es de quien sabe apreciarlo".
Upton Sinclair.

Ha llovido mucho desde aquella primera excursión Baños-Centenillo, allá por el mes de abril de dosmildoce.
Recuerdo aquella primera salida como algo muy especial. Nos llevó varios meses  preparar aquella ruta, en la que hicimos salidas de reconocimiento, recabamos todo tipo de información por distintos medios; yo, por mi cuenta, me entrevisté con decenas de personas, memoricé coordenadas e invertí todo mi tiempo libre. Aún así, mereció la pena.
Ya en aquellos días, pensamos que sería una pasada preparar una ruta al Hoyo de Mestanza, en la provincia de Ciudad Real. Quizás por la afinidad que ha existido siempre entre los dos pueblos. Desde entonces y a lo largo del tiempo hemos ido barajando diversas opciones hasta poder llevarla a cabo.

LLegó el día, y para esta ocasión tan especial, además de los ya habituales, Loren, Salvador, Felipe, Paco Que, Paco Fonta y Juan Diego; contamos con la experiencia de dos viejos amigos, Francisco y Manolo. Contamos, también, con la juventud y la energía de Manolo, Juan Antonio y Laura; la simpatía y el saber estar de Carlos Alberto y Loli, y con el vigor y la vitalidad de Pepe, el más veterano del grupo.

Tal y como estaba previsto, el sábado día nueve, antes del amanecer, estuvimos todos puntuales en el sitio acordado. Una hora y media después llegábamos con los coches a nuestro punto de inicio en el Collado del Jardín, un bonito lugar situado a dieciocho kilómetros del Centenillo, en pleno Parque Natural de la Sierra de Andújar y en las inmediaciones de la popular finca del Ministerio de Medio Ambiente: Selladores-Contadero.

Con buen ánimo y bien pertrechados con nuestras mochilas, bastones y demás enseres, encaramos el primer tramo de esta preciosa ruta.
Pronto entramos en calor, pues los primeros ochocientos metros discurren por un cortafuegos, con un desnivel bastante pronunciado, que poco a poco va desdibujándose hasta convertirse en un estrecho sendero zigzagueante que nos llevó hasta el punto más alto de este primer tramo.
Aquí, las primeras luces del día nos regalaron unas espléndidas vistas del entorno, sobre todo de una parte Sur espectacular.
Tras una breve pausa para coger resuello, continuamos por una suave pista forestal que nos condujo, después de algún que otro despiste, al final del tramo señalizado: el Puntal de los Cuatro Términos.
Y es a partir de aquí donde realmente, para nosotros, comenzaba la aventura. Nada de señales ni senderos concurridos. Entrábamos, así, en la segunda fase de la ruta, donde desde ese momento todo sería incertidumbre.

De hecho, después de un rato de confusión, volvimos a desorientarnos y nos tuvimos que encaramar en lo más alto del puntal para poder rehubicarnos.
Una vez en el camino correcto, seguimos descendiendo por un cortafuegos que nos llevó, literalmente, a las mismísimas puertas de Castilla la Mancha.
Un enorme portón abierto, donde se ubica un gran hito que, en letras un tanto desgastadas por el tiempo, nos indicaba el límite de la Comunidad Autónoma.
Desde este sitio las vistas son verdaderamente impresionantes. Se abría ante nosotros una panorámica espectacular del Valle de Alcudia, un tremendo vallejón de un verde intenso, coronado en su parte más alta por las agrestes cimas rocosas de Sierra Madrona.
Tras inmortalizar el paso entre Comunidades con las fotografías de rigor, continuamos nuestro camino.
No habíamos recorrido quinientos metros cuando, al hechar un vistazo a las coordenadas en el plano, pude comprobar que el sendero por el que transitábamos no era el correcto. La situación se complicaba, pues nos fue imposible contactar con los compañeros de cabeza que se habían destacado del grupo y nos sacaban ya casi un kilómetro de ventaja, por lo que descartamos dar media vuelta. Después de consultar de nuevo el mapa, decidimos coger un atajo opcional a nuestra izquierda y que resultó ser una especie de brecha en el terreno, cubierta de miles de rocas sueltas.
Sin duda, uno de los peores tramos de todo el recorrido.
Llegábamos a lo cota mas baja de todo el trazado cuando contactamos con nuestros compañeros y, ya todos juntos, pudimos disfrutar de un reconfortante desayuno con el repusimos energías para continuar en busca de nuestro objetivo.

Nos aproximábamos al último tramo del recorrido, que transita el antiguo Camino de Andalucía y que al día de hoy se encuentra situado dentro de los límites de una finca particular.
Los últimos kilómetros fueron más llevaderos. El grupo se hizo más compacto, y entre anécdotas y alguna que otra foto, llegamos a nuestro punto de destino con una hora de antelación sobre el tiempo estimado.

A las doce del mediodía estábamos sentados en la plaza del pueblo disfrutando de unas cervezas y unas tapas típicas de la zona.
Estábamos eufóricos y nos sentíamos satisfechos, pues habíamos cubierto la mitad de nuestro objetivo.
Eran las una del mediodía cuando, después de una corta visita turística por las calles del Hoyo, emprendimos el camino de regreso. Un camino que a todos se nos antojó duro y difícil pero que, debido al ritmo que impusimos desde el pricipio, pudimos cubrirlo en mucho menos tiempo del que esperábamos.

Un sábado especial para una ruta especial. Un espléndido día soleado de mediados de Noviembre, y la Naturaleza como verdadera protagonista.
¿Qué más se puede pedir?

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No quiero terminar esta crónica sin antes agradecer a todos mis compañeros de viaje su cordialidad y buen humor. Con ellos el camino es más fácil.
Un saludo especial a todos los que se sumaron al grupo por primera vez, y que estoy seguro que repetirán en alguna otra ocasión.
Mencionar, también, a los que nos acompañan asiduamente pero que, en esta ocasión y por diversos motivos, no pudieron estar. Seguro que en la próxima.
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...Y recordad que, desde nuestras botas y con la mochila al hombro, no nos cansaremos de reivindicar espacios naturales libres en los que poder transitar, siempre, "Hacia Rutas Salvajes".

Subida Pico Cabañas 6-10-2013

Era el primer domingo del mes de Octubre, después de un cálido verano y un largo período de inactividad, cuando nos propusimos inaugurar la nueva temporada a lo grande. Para ello, volvimos al Parque Natural de la Sierra de Cazorla, Segura y las Villas. La ruta elegida en esta ocasión fué la subida al emblemático Pico Cabañas, catalogada como la segunda cota más alta del Parque Natural, con 2028 metros de altitud.

Después de más de dos horas y media de viaje en coche llegamos al que iba a ser ese día nuestro punto de partida: el Pinar de Puerto Llano, una de las joyas botánicas  y paisajísticas del Parque. Un peculiar bosque formado, en su mayoría, por pinos laricios, pero que en ese lugar sus antiguos habitantes denominaron "salgareños"; curiosos árboles con formas caprichosas, que se han ido forjando a causa de los fuertes vientos y la abundante nieve que tienen que soportar durante la mayor parte del año.
Según estudios realizados en la zona, son los árboles más longevos de la Península, llegando a superar algunos la friolera de seiscientos años.

Con un día despejado y un sol que amenazaba con salir de un momento a otro emprendimos el ascenso. Pero como en la alta montaña el tiempo es siempre imprevisible, la niebla se fué apoderando del ambiente y lo que en principio era un paisaje bellísimo se tornó tenebroso y fantasmagórico.
Andábamos como hipnotizados por aquel paisaje casi "irreal", parando de vez en cuando a tomar algunas fotografías , cuando el sendero, que hasta ese momento era bastante amplio, se convirtió en una estrecha y zigzagueante vereda, en algunas ocasiones casi inapreciable.

Ascendíamos a buen ritmo pero la niebla se iba haciendo cada vez más espesa y el frío arreciaba. Los pinos y arces desaparecieron y en su lugar crecían, a uno y otro lado del estrecho sendero, quejigos, sabinas rastreras, enebros y escaramujos.
No llevábamos andando una hora cuando, entre tinieblas, pudimos ver un casetón en lo alto de una gran formación rocosa.
¡Nos aproximábamos a la cima!
Después de una ligera conversación con un vigilante del Parque que nos encontramos por el camino, cogimos resuello y nos encaminamos hacia el punto geodésico donde inmortalizamos nuestra subida al punto más alto con las fotos de rigor.
Una pena el no haber tenido en ese momento vistas del entorno a causa del mal tiempo, pero lo cierto es que en la Naturaleza todo tiene su "chispa".

Decidimos no demorar por mucho más tiempo el regreso y en unos minutos estábamos otra vez en marcha.
Al poco, paramos en un arroyo al trascacho de unas rocas para dar cuenta de unos bocadillos y coger fuerzas. Y con el ánimo repuesto seguimos el descenso que, a mí, en particular, se me hizo realmente corto.
Una vez en el coche, con un cielo otra vez despejado, iniciamos el viaje de retorno. Un viaje que me trajo imágenes y aromas del pasado.
Atravesamos gran parte del Parque Natural, pasando por sitios espectaculares y tan emblemáticos como el Nacimiento del Guadalquivir, el Puente de las Herrerías o la Cerrada del Utrero.

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Un inicio de temporada fabuloso y un viaje de regreso entretenido, donde, como siempre, volvimos con "un pan debajo del brazo" y la mochila y el ánimo preparados para adentrarnos otra vez....Hacia Rutas Salvajes!

Sierra de Segura 19-5-2013

"Dejadme vivir donde quiera; aquí está la ciudad, allá la Naturaleza; cada vez abandono más la primera para retirarme al estado salvaje".
Henry David Thoreau. Caminar.

En pleno corazón del Parque Natural de la Sierra de Cazorla, Segura y las Villas, en la parte más oriental, se encuentra la Sierra de Segura, un paraje natural de extraordinaria belleza que en nada tiene que envidiar a su hermana de Cazorla. Menos accesible y, por lo tanto, menos conocida, esta hermosa sierra guarda en sus entrañas rincones verdaderamente espectaculares donde la naturaleza salvaje es la principal protagonista.

Así mismo, dentro del término municipal de Santiago-Pontones, muy cerca del nacimiento del río Segura, se encuentran dos aldeas muy pequeñas pero con un encanto especial: Poyotello y Huelga-Utrera.
Los escasos siete kilómetros que separan estas dos localidades fueron en esta ocasión nuestro punto de destino.
                           
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A las diez de la mañana  y después de casi tres horas de viaje por carretera (¡y qué carretera!), aparcamos los coches en las inmediaciones de la recóndita aldea de Poyotello. Con un frío poco usual para la época del año en la que nos encontrábamos, iniciamos nuestra ruta descendiendo por una senda señalizada en dirección al cauce del río Segura.
No habíamos caminado media hora cuando surgió ante nosotros la impresionante "Cueva del Agua del Río Segura", una enorme cavidad donde el agua rezuma por todas partes, creando una imagén verdaderamente insólita. En realidad, se trata de un gran socavón de piedra caliza que el agua ha ido erosionando a lo largo de los años.
Hicimos las fotos de rigor y continuamos descendiendo sobre el espectacular cañón del río, caminando bajo enormes paredones de piedra caliza, donde abundantes chorros de agua brotan por doquier a modo de cascadas.

Entre charlas, silencios y alguna que otra anécdota seguimos avanzando por un paisaje exuberante, compuesto por pinos y toda clase de especies vegetales ribereñas que podáis imaginar: chopos, avellanos, helechos, torviscos, zarzas e incluso atrapamoscas, una curiosísima planta carnivora que abunda por esta zona.
Poco después paramos e hicimos un pequeño descanso, al mismo tiempo que disfrutamos de unas extraordinarias vistas en el "Mirador del Río", el lugar más impresionante de todo el recorrido. Enormes formaciones geológicas se alzan a ambos lados del cauce del río formando lo que dan en llamar "castellones"; y toda una amplia gama de colores verdes salpicados por los tonos que aporta la flora silvestre, conforman un paisaje de un colorido inigualable; todo un espectáculo visual.

A partir de aquí descendimos algunos metros más y al cabo de unos minutos, entre bancales y restos de huertos antiguos, llegamos a Huelga-Utrera, una pequeña aldea situada justo en la ribera del río y que en esta ocasión fue nuestro punto de destino.
Un pequeño recorrido por el pueblo y una rápida inspección por la zona y ya estábamos de vuelta.
Poco antes de llegar al punto de inicio nos desviamos hacia el "Charco del Humo", un hermoso lugar que no pudimos ver en su plenitud, ya que es un paraje con un acceso bastante complicado.

Pasaba hora y media del mediodía cuando llegamos a los coches y emprendimos el camino de regreso. Un largo trayecto en el que hicimos alguna que otra parada. La primera en Pontones, donde pudimos comprar el extraordinario pan típico de la zona; la segunda, a la salida de dicha localidad, en un precioso mirador donde dimos cuenta de ese maravilloso pan y que nos hizo el camino más llevadero.
¡A propósito del camino...la próxima vez puede que se me olviden los guantes, o los prismáticos, pero estoy seguro que la biodramina será lo primero que ponga en la mochila! ¡Juan Alberto sabe de lo que hablo!.

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No quiero finalizar este relato sin antes mencionar que en esta ocasión nos acompañó por primera vez Juan Diego, un excelente compañero de viaje, y que estoy seguro que disfrutaremos de su compañía en sucesivas expediciones...Hacia Rutas Salvajes!!

Subida Pico Mágina y Miramundos 21-4-2013

Sierra Mágina es un paraje natural con un encanto especial, uno de esos sitios mágicos, que a mí, particularmente, siempre me han llamado la atención.
Cada vez que dirijo la vista al Sur, ahí está, majestuoso, ese impresionante macizo rocoso recortándose en el horizonte; unas veces blanco, en ocasiones de color grisáceo. En otoño e invierno, con cielos despejados, sobre todo al atardecer, puede verse con una nitidez asombrosa y en todo su esplendor.
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El domingo veintiuno, tras coger un desvío en la carretera A-324 (Huelma-Cambil) frente a la Ermita de la Fuensanta, llegábamos a las inmediaciones del barranco de la Tosquilla. Era la segunda vez que visitábamos la zona, pero la primera que lo hacíamos por la cara Sur.
Eran las ocho y media de la mañana, cuando tras aparcar el coche frente a una amplia nave ganadera, emprendimos el camino hacia la cumbre.
Desde un primer momento Loren, como viene siendo habitual, abrió camino marcando un ritmo trepidante que, en algunos momentos, nos dejó sin aliento.
Tomamos rumbo al este y la pista por la que ascendíamos se convirtió en sendero justo cuando remontábamos el barranco de las Cobatillas. Un poco mas arriba, en el collado del Puerto, paramos para coger resuello y desde este lugar tuvimos unas espléndidas vistas de la cara Norte de Sierra Nevada, con el Mulhacén y el Veleta dominando las blancas cumbres. Desde este mismo punto y mirando hacia el lado contrario, también pudimos ver las hermosas cumbres de la Sierra de Cazorla, Segura y las Villas.

Continuamos ascendiendo sin descanso y a nuestros pies se abrió un espectacular contraste, el impresionante barranco del Gargantón. Un paraje formado por un inmenso y tupido bosque de pinos laricios.
Unos minutos mas tarde llegamos a un cruce en el sendero y dejando a un lado el indicador de Miramundos, continuamos nuestro camino, divisando ya la cumbre de Pico Mágina.
En este trayecto, a uno y otro lado de la senda, tuvimos ocasión de ver los llamados "sumideros", unos enormes agujeros o socavones naturales formados entre montañas; así como largas lenguas de nieve de gran grosor que aún perduran en las umbrías.
Poco antes de llegar a la cima pudimos fotografiar uno de los populares "neveros"(pozos de nieve) que existen en la zona, y que fueron construídos en tiempo de los árabes, sobre todo durante el siglo XVII. Los lugareños los utilizaban para acumular nieve durante el invierno, y así en primavera comercializarla en forma de hielo.

Aproximadamente, a las diez y media de la mañana llegamos al primero de los dos puntos de destino que teníamos estipulados ese día: el "vértice geodésico" situado en la cumbre de Pico Mágina y que marca los 2165 metros de altura. El techo de Jaen.
Desde allí pudimos deleitarnos con unas sorprendentes vistas de casi toda la Provincia y parte de Granada.
Después de una breve pausa y las fotos de rigor, emprendimos camino hacia el paraje denominado "Miramundos", donde existe un antiguo refugio de montaña.
Las vistas desde allí son increíbles y verdaderamente mereció la pena el esfuerzo. El refugio: algo precario, pero es lógico teniendo encuenta los años que lleva construído.
Aprovechando las inmejorables vistas, nos sentamos, y mientras comíamos unos bocadillos cambiamos impresiones y algunas anécdotas con un grupo que llegó justo detrás de nosotros.
Hechamos un último vistazo al entorno y comenzamos a descender por una senda distinta a la que habíamos subido, solo coincidiendo en los últimos kilómetros con el trazado recorrido anteriormente.

En unas cuatro horas estábamos de vuelta sanos y salvos en el punto de partida. Salvador, Felipe, Loren y Juan Alberto; buen amigo y excelente compañero de viaje, que anduvo con nosotros por primera vez. ¡Espero que no sea la última!.
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Una ruta perfecta y bien señalizada, en la que nos empleamos a fondo. Un reto cumplido y una experiencia inolvidable.
A partir de ahora, llevaremos siempre con nosotros un cachito de esa "sierra mágica" en la mochila...hacia rutas salvajes!!

Sierra Mágina 6-4-2013

<<La mitad del romanticismo del viaje no es otra cosa que la expectativa de aventura>>.
Hermann Hesse. El Caminante.

Nada salió como estaba previsto. Varios contratiempos y un cúmulo de circunstancias nos privaron de subir a ese vértice geodésico, en Sierra Mágina, que marca los 2165m y que este día en concreto era nuestro punto de destino.
Me dió un vuelco el corazón cuando, poco antes de llegar a Jódar y a través de la ventanilla del coche, pude divisar la gran mole de Sierra Mágina completamente blanca. ¿Cómo es posible? ¡Se supone que no debía de haber nieve! Las previsiones que teníamos de los últimos tres días nos indicaban que no habría, pero por lo visto, una espectacular nevada el día anterior hechó por tierra todas nuestras previsiones. El día empezaba complicado.

Entre Huelma y Cambil, el punto kilométrico que nos marcaba el desvío de entrada, en el plano, no coincidía con la realidad y un despiste en la carretera nos hizo precipitarnos y coger el carril de acceso equivocado. Entramos por la pista de Mata-Bejid, que nos llevó hasta las inmediaciones de Peña Jaen, donde existe una subida hacia Pico Mágina y Miramundos llamada "ruta de los neveros". Pero al estar en la cara equivocada, el plano que teníamos no sirvió de nada; y así, con un frío que calaba los huesos y sin ningún tipo de orientación, emprendimos el camino "hacia ninguna parte".
Las casi tres horas de marcha, a ciegas, por pistas heladas cubiertas de nieve,nos rompió las piernas y el ánimo. Un encuentro fortuíto con un lugareño, vecino de Torres, nos "salvó la vida" y pudimos reubicarnos.
Necesitamos dos horas más para emplazarnos en la cara Norte del macizo donde, casi a las dos de la tarde y a la deseperada, intentamos la subida con las fuerzas ya muy mermadas.
Nos quedaban unos cien metros aproximadamente para tocar la cima cuando paramos en mitad de aquel paredón impresionante, con un sendero casi inexistente, sin ningún tipo de señalización y con una gruesa capa de nieve que nos llegaba a los tobillos. Llegados a este punto nos planteamos la posibilidad de seguir subiendo o de volvernos sobre nuestros pasos, llegar hasta el coche y emprender el camino de regreso. Yo, particularmente estaba agotado, tenía un dolor de cabeza terrible y pensaba que si llegábamos hasta arriba no tendría fuerzas para volver. El tiempo empeoraba por momentos e íbamos bastante pasados de hora. Siempre he creído que en estos casos el sentido común es muy importante. Así pues, nos pusimos de acuerdo e iniciamos el descenso.
Al subir la temperatura, la nieve empezó a derretirse y se formaron charcos. Esto nos dificultó bastante el camino de vuelta que, a mí por lo menos, se me hizo interminable.
Al pasar bajo Peña Jaen nos encontramos con tres sevillanos que estaban descendiendo por la parte mas complicada de la gran roca. Iban bastante bien equipados, con crampones y piolet, y tuvimos ocasión de hablar con uno de ellos, que en un santiamén nos hizo un plano totalmente detallado de la zona.
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Aunque no cumplimos el objetivo marcado, no me arrepiento de haber visitado la zona, pues tuva la ocasión de conocer buena parte de ese paraje espectacular de alta montaña que es Sierra Mágina.
Un buen día y una experiencia positiva en la que tomé nota de todos y cada uno de los distintos puntos desde los que se pueden afrontar estas cumbres. Tambien aprendí algo muy importante, que la ruta más fácil, debido a cualquier contratiempo, se puede convertir en algo muy complicado.

Sé que volveré a Sierra Mágina y que intentaré subir a la cumbre, y que lo haré mapa en mano por la cara Sur, la ruta mas sencilla; pero tambien lo intentaré por la cara Norte, casi a trocha, y por la ruta de los neveros, por la impresionante Peña Jaen. Con nieve o sin nieve, con cielos despejados o con grandes nubarrones...
¡Sierra Mágina! ¡Allá vamos!...                ¡¡Hacia Rutas Salvajes!!

Subida al Gilillo 17-3-2013

Con toda seguridad, el domingo pasado hicimos la ruta más dura organizada hasta la fecha.
Conducíamos por un recién estrenado tramo de la Autovía del Levante, dirección Úbeda, cuando las primeras luces de la mañana dejaron al descubierto un cielo grisáceo salpicado de nubarrones negros que presagiaban un día tormentoso.
Contra todo pronóstico llegamos a Cazorla, que en esta ocasión era nuestro punto de inicio, y no había llovido ni una gota. Llevábamos dos semanas pendientes del tiempo. Consultábamos todos los días los partes meteorológicos en internet, prensa, radio, televisión y cada día que pasaba empeoraba la situación. Tan sólo unas horas antes, el sábado por la noche, las probabilidades de lluvia por la zona eran de un cien por cien a partir de las siete de la mañana.

Creo que lleva razón mi mujer cuando dice que soy bastante obsesivo y cuando se me mete algo en la cabeza no hay quién me haga entrar en razón. Ella me decía que esa montaña seguiría estando allí el mes que viene o el otro. Pero mi obsesión era que en unos días llegaría Semana Santa y no podríamos movernos, por lo menos, en dos semanas.

Total, eran las ocho y veinte de la mañana del domingo y estábamos en las ruinas de la Iglesia de Santa María de Cazorla. Aún no había llovido y teníamos ante nosotros un impresionante macizo rocoso que nos pareció inmenso.
No habíamos recorrido aún dos kilómetros cuando nos adentramos en un tortuoso y estrecho sendero por el que nos era casi imposible avanzar. Ya en la parte más alta de dicho sendero nos dimos cuenta de que en un punto determinado nos despistamos y sin darnos cuenta le dimos de lado al carril principal, al cual pudimos acceder no sin antes hacer alguna que otra peripecia.
Después de pasar junto a Riogazas, una popular área recreativa donde existe un precioso mirador que ofrece unas maravillosas vistas del pueblo de Cazorla, seguimos ascendiendo sin descanso por un sendero llamado "senda Mackay". Esta senda se construyó con la intención de conectar todas las casas forestales de todo el parque natural, y debe su nombre al ingeniero de montes que la diseñó.
Poco a poco fuímos remontando altura entre pinos y monte bajo hasta que llegamos a nuestro punto de destino:"Collado el Gilillo". Un lugar impresionante, totalmente nevado, con una temperatura de varios grados bajo cero y un viento gélido, a veces, insoportable.
Eran las once y media y a unos metros delante de nosotros había una especie de refugio, una caseta en ruínas bastante precaria, en la que nos cobijamos y pudimos comernos unos bocadillos al trascacho del tiempo. Por cierto, después del bocadillo pudimos deleitarnos con un postre típico de la zona, las famosas tortas cazorleñas, que nuestro amigo y compañero Loren tuvo el detallede comprar cuando llegamos por la mañana; detalle que todos agradecimos, pues por las circunstancias en las que nos encontrábamos aquello fue un regalo de lujo.

Y como los pronósticos del tiempo casi nunca fallan, nada más salir del refugio empezó a nevar. El viento soplaba con más fuerza, la temperatura seguía bajando y una especie de agua nieve muy espesa empezó a golpearnos. Ya protegidos con chubasqueros, gorros de lana y guantes, comenzamos el camino de regreso.
Al ser la ruta circular, regresamos por un sitio distinto al  de la subida y la verdad es que no resultó nada fácil. La nieve había ocultado el sendero y las señalizaciones, muy distanciadas unas de otras, no eran de gran ayuda. Caminábamos todo el tiempo sobre laderas cubiertas por una gruesa capa de nieve (incluso cuarenta centimetros en algunos casos), el viento de costado nos golpeaba y, a veces, nos resultaba imposible mantenernos en pié.
Después de una pequeña anécdota con un guante que perdí y que nos retrasó bastante, pudimos contactar con los compañeros del grupo de cabeza que para entonces nos habían sacado unos cuantos kilómetros y tuvieron que esperarnos.
Pasado el Puerto del Tejo dejó de nevar y el viento nos dió tregua. Empezamos a descender y conforme perdíamos altura la temperatura iba en aumento, la nieve se diluía y la senda aparecía cada vez más marcada.
El último tramo del descenso nos ofreció unas vistas espléndidas del Castillo de la Iruela. Aquí empezó a llover torrencialmente y a los veinte minutos y casi sin fuerzas estábamos vagabundeando por las calles de Cazorla en busca de los coches.
A las tres y media de la tarde, y totalmente exaustos, llegamos al punto de inicio y dimos por terminada la excursión.

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Una ruta extrema y una extraordinaria aventura, que exigió un tremendo esfuerzo de nuestra parte. Un paisaje de ensueño con vistas espectaculares y una experiencia que estoy seguro que, mis compañeros y yo, no olvidaremos nunca.
                                       Paso a paso, siempre, Hacia Rutas Salvajes!!

Junta de los ríos 10-2-2013

Amaneció, y las primeras luces del alba dieron paso a un día de cielos despejados pero de un frío intenso. Un frío que nos acompañó toda la mañana durante prácticamente todo el recorrido.
Tras aparcar los coches, partimos a pié frente al cortijo de la Nava, siguiendo el trazado de la popular ruta GR-48.
El inicio de la ruta no fue de lo mejor del recorrido pues existen unas brechas a modo de zanjas a lo largo del camino producidas por las motos y bicicletas que circulan habitualmente por allí los fines de semana.
Superado este primer tramo, nos topamos con la primera de las muchas puertas y malladas que existen a lo largo de todo el trazado. A partir de este punto empezamos a subir, pero siempre por carriles y con un  desnivel tan suave que apenas se aprecia.
Al cabo de una hora y media, entre risas, anécdotas y algún que otro bandazo para esquivar el numeroso ganado bravo que abunda por la zona, llegamos al punto más alto de todo el recorrido; y se abrió ante nosotros un paisaje grandioso, con vistas a un valle espectacular por el que discurre el río, sinuoso, serpenteante; ancho por algunos sitios, estrecho por otros.
A la izquierda, al fondo, "la Atalaya" y el "barranco del Friscalejo"; al frente, "las Belmaras"; a la derecha,al fondo, "las minas de Araceli" y más abajo, nuestro punto de destino:"la junta de los ríos", lugar emblemático, sin duda, donde confluyen el río Acero y el río Campana formando un formidable cauce de brioso caudal, que hace ya muchos años dieron en llamar Río Grande.
Necesitamos media hora más para llegar al punto de destino, donde en cuestión de quince minutos dimos cuenta de nuestras provisiones. Después hicimos las fotos de rigor y sin más demora iniciamos el camino de regreso. 

      A pesar de que la noche anterior no dormí bien, tuve que madrugar,pasé un frío de muerte, la adrenelina la tenía por las nubes al pasar entre las reses bravas, casi vomito el desayuno subiendo la"cuesta del garrote"y cuando llegué al coche me dolía la espalda y tenía la sensación de que los pies no eran míos; a pesar de todo ¡mereció la pena! 
¡Una mañana de domingo redonda! Naturaleza,aire puro, buena compañia, esfuerzo y buen humor.
Además, contamos con Paco Que, un nuevo aventurero al que le gusta madrugar y que se unió a la "peña" por primera vez... seguro que no será la última!!

                                              ¡Hacia Rutas Salvajes!

    

La Cimbarra 18-11-2012

Como las mejores y más caras esencias, conservadas en los frascos más pequeños, así es esta pequeña gran ruta: "la Cimbarra".
En un, relativamente, reducido espacio de unos pocos cientos de metros cuadrados, se origina todo un espectáculo natural de una belleza inigualable.
No faltan formaciones geológicas de todo tipo, saltos de agua vertiginosos, un cauce por donde discurre el río, unas veces bravo, otras veces manso; arroyos y senderos que se cruzan, adentrándose, a veces, en pequeños cañones donde crecen todo tipo de especies vegetales ribereñas. Si a todo esto le sumamos árboles caídos, musgo que parece brotar de las rocas, juncos aplastados por la fuerza de la corriente, zarzas cuyos tallos alargados cuelgan por todos lados a modo de lianas; tenemos ante nosotros un paisaje hipnótico, salvaje, casi irreal, que nos transporta a lugares lejanos.

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Un cambio de planes, y sobre todo la enorme cantidad de agua caída en los últimos días, fué lo que nos hizo decidirnos por este lugar. Todo un acierto, pues esta ruta en época de sequía no es del todo aconsejable.

Llegamos al municipio de Aldeaquemada con las primeras luces de una fría mañana de mediados de noviembre. Bajo un cielo nublado nos pusimos en marcha siguiendo un carril de tierra, el cual va paralelo al cauce por donde discurre tranquilo el río Guarrizas.
Seguimos caminando durante unos dos kilómetros aproximadamente, cuando ya a lo lejos pudimos ver la popular falla por donde el río se precipita, mostrando su lado más salvaje, en una caída vertiginosa de unos veinticinco metros de altura.
Verdaderamente, una visión que nos dejó sin aliento. Pero aquello sólo era el principio de lo que sería, sin duda, una de las mejores rutas que hasta el momento habíamos hecho.
Después de fotografiar la cascada desde arriba, bajamos por un sendero escarpado de forma escalonada que nos llevó hasta un antiguo molino de piedra, por cierto, bastante curioso, donde nuestros amigos nos informaron con todo detalle de su funcionamiento e historia. A continuación, volvimos sobre nuestros pasos y nos encaramamos en una especie de terraza muy estrecha que nos llevó a tan sólo unos metros de la cascada.
Poco después paramos en una pequeña meseta, y fué allí donde, en esta ocasión, hicimos la "foto oficial".
Subimos al mirador que hay justo en frente de la cascada y pudimos ver la misma imagen pero desde otro punto de vista, igualmente impresionante.
En ese momento barajamos dos opciones: dar por terminada la visita y hacer el camino de regreso hasta el coche, o seguir una ruta alternativa que nos llevaría desde el merendero hasta el Cimbarrillo y el Negrillo, dos cascadas más pequeñas pero no menos espectaculares. Nos decidimos por la segunda opción, pues disponíamos todavía de mucho tiempo, y en verdad que fué lo más acertado.
El Cimbarrillo y su entorno a mí, particularmente, me pareció impresionante. Tenía la sensación de estar en las entrañas mismas de la Tierra o en otro lugar, en otro tiempo.
Después de ver el Negrillo, intentamos seguir río abajo pero el sendero se perdía y cada vez nos resultaba más difícil continuar. Así pues, decidimos que había llegado el momento de emprender el camino de regreso.

Una vez más, fué todo un lujo contar con la sabiduría de Jose María y Loren, que nos documentaron en todo momento.
También comentar que nos quedó pendiente para otra ocasión visitar las numerosas pinturas rupestres, muy abundantes en esta zona, pero debido a que se encuentran en la otra parte del río y al gran caudal existente, nos fué imposible acceder a ellas.

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Una ruta imprescindible, recomendable cien por cien, que cubrió ampliamente nuestras expectativas. Una mañana emocionante en buena compañía, con buen humor y "pan ternico", en la que nos divertimos, aprendimos, y lo más importante: adquirimos experiencia para adentrarnos en un futuro, paso a paso, Hacia Rutas Salvajes!!

Barranco de Valdeazores 7-10-2012

En cuantas ocasiones nos hemos puesto a ver la televisión, una revista, un periódico y nos a llamado la atención un paisaje en un determinado lugar, un país exótico, una playa paradisiaca, unas montañas... y no nos hemos parado a pensar que en nuestra provincia tenemos paisajes de una belleza extraordinaria y que, por desgracia, no valoramos.
En Jaen tenemos parques naturales con paisajes espectaculares, con una flora y fauna muy diversa y de una riqueza geológica e histórica sin igual.
¿Quién no ha oído hablar de Despeñaperros? En la actualidad, entrada a Andalucía por excelencia. Pero existen muy pocos que conozcan su historia y su belleza paisajística.
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El domingo, día siete, hicimos una visita al Parque Natural de Despeñaperros. En esta ocasión, aparte de los ya habituales Loren, Felipe, Paco y Salvador, se sumaron a la expedición dos conocidos y amigos, forofos de la arqueología e interesados en todo lo relacionado con la antigüedad, la geología y la naturaleza en general: Jose María y Loren.

Partimos a eso de las ocho de la mañana de la explanada que hay justo frente a la casa forestal del parque, aún de noche y con un cielo estrellado que, sin duda, presagiaba un día soleado, típico del "veranillo del membrillo".
Pronto entramos en calor, pues la ruta se inicia en una pista forestal de un desnivel bastante acusado.
Seguíamos subiendo cuando empezó a amanecer y apareció a nuestra izquierda, a lo lejos, una silueta al principio un tanto difusa pero que luego se fué aclarando y se dibujó ante nosotros un gran macizo rocoso, el cual imaginamos, sería nuestro punto de destino.
Habíamos recorrido unos cuantos kilómetros cuando llegamos a un cruce de caminos que nos indicaba una ruta opcional, la cual nos llevó hasta las inmediaciones del castillo de Castro Ferral, que en otros tiempos fué reconquistado a los almohades por las tropas cristianas en el marco de la famosa Batalla de las Navas de Tolosa. Un castillo que con el tiempo fué abandonado y posteriormente derruído para evitar su uso por forajidos.
Volvimos sobre nuestros pasos al camino principal y en una hora y poco más llegamos al refugio del Collado de la Aviación, una antigua caseta de piedra que fué construída en la guerra civil como puesto estratégico de vigilancia del ejército del aire.
Unos metros más y siguiendo un estrecho sendero serpenteante delimitado por piedras, llegamos al "punto de destino". Un impresionante mirador situado sobre un gigantesco macizo rocoso, un cañón formado por enormes paredones cortados en vertical que se elevan a cientos de metros sobre un valle por el que discurre la famosa Autopista del Sur.
Ciertamente, un paisaje espectacular( no apto para los que padezcan de vértigo) que nos dejó boquiabiertos.
Llegado ese momento, todos estuvimos de acuerdo en que había merecido la pena llegar hasta allí, solamente por disfrutar unos minutos de aquel increíble lugar.
Paramos a reponer fuerzas, comimos unos bocadillos, hicimos las fotos de rigor y emprendimos el camino de regreso.
                            
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Antes de terminar esta crónica, como siempre, agradecer a mis compañeros de ruta su grata compañía y su saber estar. Un agradecimiento también a los nuevos incorporados, Jose María y Loren, que con sus comentarios sobre geología y botánica nos hicieron el camino más ameno y aprendimos un poco más sobre la historia de la zona.
Una ruta corta pero intensa, y otra pequeña aventura que nos lleva, paso a paso, Hacia Rutas Salvajes!!

Ruta Río Borosa 16-9-2012

En esta ocasión cambiamos de aires y nos adentramos en un paisaje completamente distinto al de nuestra última ruta. Está catalogada como una de las mejores rutas señalizadas que existen en España: "subida al nacimiento del río Borosa, Laguna de Aguas Negras y Laguna de Valdeazores"; en pleno corazón del Parque Natural de la Sierra de Cazorla, Segura y las Villas.
Cañones de vértigo, puentes sobre el río, pasadizos,túneles excavados en la roca, subidas escabrosas, senderos serpenteantes que discurren a un lado y a otro del cauce, especies vegetales de todo tipo con frutos comestibles en algunos casos. Cascadas de agua, remansos de ensueño a lo largo de un río que, incluso en época de sequía, se muestra caudaloso. Pequeñas pozas de aguas cristalinas de tonos verdes y azulados; y todo esto aderezado con una gran variedad de especies animales de singular belleza como el zorro, el gamo, la cabra montés, y aves rapaces como el águila o el buitre. Un paisaje de belleza extrema que para describirlo se me ocurren dos palabras: espectacular y sorprendente.
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Quemábamos los últimos cartuchos del verano cuando decidimos emprender esta singular aventura. Las previsiones meteorológicas de los últimos días eran bastante favorables y amaneció un día despejado de cielos azules y limpios, con una temperatura, al principio, algo fresca pero que fué ascendiendo a lo largo del día.
Eran las ocho y cuarto de la mañana cuando llegamos al punto de partida (la piscifactoría). Allí nos encontrábamos con nuestras mochilas y demás preparativos: Loren, Salvador, Felipe, Paco D., David, Chemi, Paco R. y yo.
Nos dispusimos a iniciar la ruta, plano en mano, cuando Chemi me comentó que había hecho este recorrido en numerosas ocasiones y que conocía el entorno bastante bien. Así que el plano, que había estado estudiando a lo largo de la semana, fué a parar al fondo de la mochila pues a partir de aquel momento contábamos con un guía de lujo.
Los primeros tres kilómetros transcurren, como casi todo el trayecto, al lado del río, y fueron como un calentamiento para afrontar lo que teníamos por delante.
A unos tres kilómetros y medio del punto de partida el paisaje se va estrechando y el relieve de un lado y otro del cauce se eleva hacia el cielo formando lo que llaman "la Cerrada de Elías". Un sorprendente cañón sobre el río, con puentes que cruzan de un lado a otro siguiendo un sendero serpenteante y formando todo ello un paisaje de una belleza indescriptible.

Nada mas salir de "la Cerrada" nos encontramos con un entorno no menos vistoso: formaciones rocosas de formas caprichosas que, en algunos casos, desafían a la gravedad, pozas cristalinas, pequeñas cascadas, rocas que manan aguas por todas partes. Todo un espectáculo natural.
El hambre apretaba y, al llegar a la central eléctrica, nos dispusimos a tomar un "tentempié".
Con energías renovadas nos pusimos en marcha para afrontar, lo que según Chemi iba a ser, la parte mas dura del recorrido. Efectivamente, un tortuoso camino ascendente formado por piedras sueltas, procedentes de los numerosos desprendimientos producidos a lo largo de los años, nos llevó hasta la boca de una gruta excavada en la roca, por la cual discurre un canal, de agua procedente de la laguna y que va a parar (canalizada) en un salto de vértigo a la central eléctrica.
Al salir del segundo túnel, un poco mas adelante, llegamos a uno de los objetivos en principio marcados: el "nacimiento del río Borosa". Un manantial en el cual el agua brota de la mismísima roca y donde pudimos llenar nuestras cantimploras de agua pura y fresca (allí el agua está a una temperatura de pocos grados sobre cero).
Volvimos por nuestros pasos y cogimos un estrecho sendero que nos llevó al segundo objetivo marcado: "la presa" o "Laguna de Aguas Negras"; una bella laguna de aguas verdes y oscuras.
Después de un pequeño descanso, y un encuentro un tanto rocambolesco con un zorro, seguimos el mismo sendero y a muy pocos metros mas arriba llegamos al objetivo principal: "la Laguna de Valdeazores".
¡¡ Objetivo cumplido !!
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El camino de vuelta fué exactamente el mismo recorrido pero a la inversa; y aunque estábamos mas cansados no se hizo pesado en absoluto.
Hubo momentos para beber agua, para coger resuello, para charlar, y hubo momentos destacables como la comida en el mismo cauce del río, donde todos pusimos los pies en remojo en unas aguas casi heladas; o el baño de Chemi, con buceo incluído, en una pequeña laguna de aguas transparentes muy cerca ya de la piscifactoría. También destacar la "comilona" de Paco D. a base de moras, higos y todo fruto silvestre que íbamos encontrando por el camino.
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No quiero terminar esta crónica sin agradecer a todos mis compañeros su cordialidad y buen humor; ellos hicieron que esta pequeña aventura llegara a buen término y resultara un día "cojonudo".
En definitiva, una buena ruta, un domingo distinto rodeado de buena gente y una experiencia más para guardar en la mochila.
                                      Nos vemos en la próxima Hacia Rutas Salvajes!!

Cerro Navamorquín 3-6-2012

Estaba previsto que la segunda salida fuera allí. Un lugar enigmático, situado en lo alto de esa inmensa mole que sigue ahí desde el principio de los tiempos. Esa montaña majestuosa que nos vigila constantemente, día y noche. Un cerro de leyenda donde confluyen tres términos municipales, Bailén, Villanueva de la Reina y Baños de la Encina: el cerro NAVAMORQUÍN y más concretamente, las salas GALIARDA.
Amaneció, y con las primeras luces del día pudimos ver un cielo cubierto, que conforme avanzaba la mañana se fué despejando. Las nubes se disiparon y dejaron paso a un sol resplandeciente de principios de junio.

Allí estábamos,en esta ocasión, Paco, Loren y yo; en la falda del cerro, en un paraje de todos conocido como la Huerta del Gato.
Cargamos nuestras mochilas, cámaras, bastones y demás enseres y nos dispusimos a subir. La subida no fué nada fácil, ya que la ruta que escogimos, por las Siete Piedras, era bastante escarpada, y no conseguimos evitar algún que otro traspiés. Loren marcaba el ritmo, Paco y yo lo seguiamos muy de cerca.
Una vez arriba fuimos directamente hacia el vértice geodésico,una especie de columna de hormigón situada en el punto más alto, y que sirve de referencia para toda clase de mediciones geográficas y cartográficas.Desde allí las vistas son impresionantes. Las cámaras fotográficas se quedan pequeñas ante la imposibilidad de abarcar tanta inmensidad. Allí pudimos ver también, la popular "casilla del estaño".
Después de un buen rato andando, de un lado para otro, y ante la posibilidad de volvernos sin haber cumplido el objetivo marcado, no tuvimos más remedio que recurrir a la tecnología.
A través del móvil pudimos contactar con Juan, que había hecho la misma ruta quince días antes, y con Andrés, conocedor del terreno. Ellos nos dieron una serie de referencias que nos sirvieron para ubicarnos y poder llegar al objetivo.

En un primer momento, vimos unos hoyos en el terreno y justo al lado, entre chaparros y lentiscos, pudimos ver como se alzan desde el suelo una especie de muros, restos inequívocos de antiguas construcciones en piedra. Es allí donde dicen que se asentaron, en la antigüedad, poblados hispano-romanos mineros.
¡Objetivo cumplido!
Hicimos las inevitables fotos e iniciamos la ruta de regreso, con una bajada no menos difícil que la subida.

Antes de terminar me gustaría dar las gracias a Manolo, gran conocedor del terreno. El me hizo un plano que nos facilitó mucho las cosas; y a Quico, que me dió algunos consejos sobre cómo afrontar la subida de la forma más fácil. Y cómo no, a mis compañeros de ruta: Paco y Loren, con los que compartí un rato bastante agradable.

Un recorrido corto pero intenso, que te deja un buen sabor de boca y la mente puesta en la "próxima ruta".

Baños- Centenillo 21-4-2012

Después de haber aplazado la salida en dos ocasiones, por tiempo desfavorable, por fín, el sábado día veintiuno de abril, pudimos llevar a cabo lo que llevábamos varios meses planeando, algo que me tenía obsesionado hacía bastante tiempo y que por fín íbamos a emprender: la ruta a pié Baños- Centenillo campo a través.
Desde un principio conté con Loren, pero al mismo tiempo, fueron muchas las personas con las que contacté a lo largo de varios meses. Algunos estaban verdaderamente interesados, pero llego el día, la hora de partir y allí estábamos: Loren, Felipe, Manolo, Francisco, y yo.
Teníamos muchos kilómetros por delante y no nos iba a resultar nada fácil, pues por un lado teníamos que estar físicamente bien preparados y por otro lado contábamos con infinidad de obstáculos. Hoy en día todo está acotado, las mallas cinegéticas de las fincas están por todos lados y resultan infranqueables, y las veredas y senderos de antaño se han perdido y solo quedan algunas lineas desdibujadas de lo que en su día fueron.
Pero gracias a la información que habíamos recopilado, más una aplicación GPS del teléfono móvil con el que contábamos, pudimos llevar el proyecto a buen término y al final celebrarlo con unas jarras de cervaza bien fría.

La ruta no se nos hizo dura en absoluto, puede que por el buen tiempo que nos acompañó en todo momento, puede que por la buena convivencia que tuvimos entre todos o por una mezcla de ambas cosas.
La verdad es que fué una experiencia enriquecedora, en la que todos estuvimos de acuerdo en que habría que repetir en otra ocasión.

Antes de terminar esta página quiero agradecer a Pepe y Maricarmen la amabilidad con la que nos atendieron aquel día, a Antonio que nos facilitó las cosas, dándome mucha información sobre la ruta, que él ya había hecho en una ocasión. Y como no, a mi tío Juan Antonio y Antonio, hermano de Manolo, que lo dejaron todo el sábado a las trés de la tarde y fueron a recogernos con los coches para llevarnos de vuelta a Baños.