11. may., 2012

Cuando navego

¡Qué sensación más placentera el navegar las aguas de un lago, embalse o río y contar sólo con tu esfuerzo!. Navegar al amanecer, navegar al atardecer con sus tonos anaranjados que van difuminándose al rojo intenso. Hasta que llega el crepúsculo, ese intervalo de tiempo en el que se diluye la linea del día con la noche. Esa hora en la que todo se relaja, los seres humanos, la ambición, los pueblos y ciudades, las prisas, la naturaleza.

¡Qué gran placer el navegar impulsándote con tu esfuerzo!. Lo importante carece de importancia y lo más insignificante adquiere otro matiz y pasa a ser relevante, una suave brisa, el vuelo de una abeja, el sonido de un ave. Abres tus oídos y sentidos al medio y te fundes en él, agua, aire, persona, todo un mismo ente.

Luego llegas a la orilla, pisas tierra firme, recoges y de vuelta a la realidad, una realidad que ahora la ves desde otro punto de vista más amable. Llegas a casa y sientes que has crecido, la experiencia te a enriquecido y piensas que, verdaderamente, a merecido la pena.

                                      Dedicado a todos los compañeros del Club de Piragüismo.